jul 12 2023

Camiones de conducción autónoma: ¿realidad o ficción?

Hasta hace bien poco los vehículos de conducción autónoma eran tan solo protagonistas en el imaginario popular o la ficción. Pero, lo cierto es que la tecnología está dando pasos de gigante para que en un tiempo, no demasiado lejano, sean toda una realidad. Conseguir vehículos que puedas programar, darles su destino y dejar que ellos hagan todo el trabajo, mientras el hombre se dedica a otras tareas, está cada vez más cerca. Lo que es más difícil y parece que no veremos en los próximos años, es que tanto la legislación como las características del tráfico actual permitan un nivel cinco, el máximo, de autonomía para un vehículo.

 

Niveles de autonomía de un vehículo

A día de hoy existen cinco niveles de conducción autónoma, que empresas y fabricantes están luchando para que se vayan desbloqueando a medida que avance la tecnología.

 

Nivel 0. Sin automatización

No hay ningún tipo de automatización y el conductor tiene el control absoluto del vehículo en todo momento, sin asistencia alguna.

Nivel 1. Asistencia al conductor

Es el nivel en el que el conductor tiene algunos sistemas de ADA (ayuda a la conducción) que hacen más fácil su tarea. Funciones automatizadas, como el control de crucero adaptativo, el estacionamiento asistido o la asistencia de mantenimiento de carril. Todo ello da comodidad y mayor seguridad a la conducción, pero el conductor sigue teniendo el control total y es responsable de la mayoría de las operaciones de conducción. Además, este nivel se caracteriza porque las ayudas solo actúan de forma lateral (control del carril) o longitudinal (control de la velocidad y distancia de seguridad), pero nunca ambas.

Nivel 2. Automatización parcial

El conductor delega tareas relativas al movimiento del vehículo, pero debe estar atento y presente en todo momento para tomar el control si es necesario. El coche controla su movimiento, tanto longitudinal como lateralmente, pero no es capaz de detectar objetos. Puede acelerar y frenar, manteniendo la distancia de seguridad y a su vez, controlar la dirección del coche para tomar curvas o mantener el carril.

Nivel 3. Automatización condicional

En este nivel se añade al anterior la detección y respuesta ante objetos. Por tanto, el vehículo es capaz de circular solo, pues sus sensores detectan todo lo que tiene a su alrededor (peatones, otros coches, bicicletas u otro tipo de objetos), permitiendo cambiar de carril cuando lo considere o frenar en situaciones de peligro. Con todo ello, el piloto no puede despreocuparse, pues habrá de tomar el control en caso de que se produzca algún fallo del sistema o de pérdida de condiciones óptimas (como la visibilidad para los sensores y los radares del vehículo).

Nivel 4. Automatización alta

No se requiere de conductor, pues añadimos al nivel 3 la tecnología necesaria para que, en el caso de fallo del sistema o de las condiciones óptimas, entre en funcionamiento un sistema de respaldo que conduciría al camión hasta una situación de mínimo riesgo. Este sistema solo estaría activo en ciertas condiciones pero, en el caso de que se diera una imposibilidad total para seguir conduciendo, el coche se detendría y sería el conductor quien tuviera que continuar.

Nivel 5. Coche autónomo

Sería un nivel 4 que funcionaría de forma óptima siempre, en todos los escenarios y sin limitaciones. Es decir, el vehículo no requiere de la intervención humana y podría conducir por sí mismo en todo momento y circunstancia.

 

Ventajas de los vehículos autónomos

Un camión eléctrico y autónomo podría cubrir fácilmente de dos a dos veces y media la distancia de conducción habitual de un conductor. Incluso contando con las operaciones de carga y descarga, muchas de las cuales también se podrían realizar de forma autónoma, se podría alcanzar hasta 20 horas de conducción al día. Lo que, a una velocidad media de 75 km/h, significaría hasta 1.500 km al día o 340.000 km al año.

Por otra parte, la utilización de vehículos autónomos daría una respuesta eficaz a la escasez de conductores cada vez más acuciante, garantizando las cadenas de suministro futuro.

Otra gran ventaja de los vehículos autónomos es que se eliminarían las restricciones que imponen los tiempos de conducción y la obligatoriedad de los descansos. Con camiones de conducción autónoma, se podrían planificar las paradas de recarga de forma más flexible y optimizarlas de manera integral, según la ruta, el estado del vehículo o su batería, las infraestructuras existentes o los precios de la energía. Esto no solo minimizaría los costos, sino que también aliviaría la tensión en las redes y los picos de potencia.

En la actualidad la mayoría de los vehículos están entre en nivel 1 y el 3. Por tanto, sí existe conducción autónoma, al menos en parte. Lo que parece estar más lejos es ver por nuestras carreteras camiones de conducción autónoma a nivel 5. Éstos deberán tener un complejo sistema de redes neuronales, que reconocerán los patrones y una cantidad ingente de parámetros, de los que gracias al Deep Learning, irán aprendiendo en ensayos de prueba/error. Un proceso lento que, además, deberá convencer a los legisladores. Tarea que, según los expertos, no parece que vaya a ser nada fácil.

Lo que sí será posible en un futuro cercano es que este tipo de vehículos se utilice en entornos cerrados o controlados, como una zona portuaria o un aeropuerto, donde patrones como la situación de los objetos e infraestructuras u otros vehículos estén muy claros. En el caso de una carretera abierta y convencional, estos patrones y su complejidad se multiplican, elevando tanto el tiempo necesario de entrenamiento y aprendizaje de las redes neuronales como el coste.

A pesar de todo ello, la carrera hacia los camiones autónomos es ya imparable y en el momento en que la ley lo permita y técnicamente sean factibles, lo inmensos beneficios que ofrece este tipo de vehículos supondrán el fin de los transportes tradicionales.

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